Voy a pasar la primera navidad sin mi mamá. Es una navidad triste. Este año me ha costado adornar la casa, escuchar villancicos, ver las cerezas que ofrecen los vendedores ambulantes. Ver todo lo que amábamos juntas y que ella tanto disfrutaba. En mi familia no ha habido tradición de novenas ni de rituales que tienen las familias extendidas unidas. Cuando era niña, la novena era mi mamá con una pandereta y mi ñaña y yo frente a nuestro pesebre. Mi papi llegaba más tarde porque siempre trabajó mucho. Con los años lo dejamos de hacer. Las ganas de cantar vinieron de nuevo con la adorada nieta de mi mami. Mi hija. No hacíamos novenas largas. Solo catábamos, leíamos la novena, orábamos y cenábamos las delicias que mi mami cocinaba el 24 de diciembre. La navidad siempre ha sido más linda por los niños. Por ellos debo forzarme ahora a celebrar algo que me entristece. Me entristece esta fecha porque no está ella.
No está mi mamá y mi papá está a medias, porque su cuerpo y su cabeza, cada vez están menos presentes. Cada vez más distantes de la persona fuerte y maravillosa que fue. Trato de ver el lado bueno de las cosas. De sentir gratitud por lo que sí vivimos juntos. Pero todavía no me llega la aceptación de saber que con 62 años mi mamá se fue de este mundo y que mi papi se ha ido yendo de a poco con una larga enfermedad. Ambos siendo tan jóvenes.
Hoy me falta mi mamá. La compinche del entusiasmo extremo. La que peor cantaba los villancicos, pero la que más alegría le ponía. Ahora la navidad me sabe a tristeza.
Eso no quiere decir que sea ingrata o cínica y que no agradezca por la inmensa abundancia o el amor de mi esposo, hermana e hijos. Que no valore los regalos que tengo cada día. Lo hago mucho. Para poder encontrar el entusiasmo y la fuerza. Solo a ratos me gana la tristeza del desconcierto. De no poder asimilar lo que pasó. De no aceptar su destino. De pensar en todas las cosas que le faltaron por vivir. Todo lo que ya no viviré con ella. Pensar que mi bebé no tendrá los abuelos que mi hija sí tuvo.
Les agradezco por sus ganas de ayudarme con palabras, pero no busco compasión ni frases motivadoras. Esas me las digo yo sola cada día. Me fajo para seguir en medio del dolor. Hoy solo quiero contar a todos que estoy triste. A viva voz. No es una feliz navidad. Es una navidad de dolor. Porque no se puede tapar la tristeza y la falta con comidas, fiestas, canciones y regalos. Quizás solo hacen más notable su ausencia.
He logrado sobrellevar el luto con relativa entereza. En este año he acumulado nuevos lindas vivencias con familia y amigos. Me esfuerzo por seguir y seguir bien. Pero hay momentos en los que solo queda sincerarse. Vivir la tristeza de la manera más profunda. Dejar de tapar el sol con un dedo. Hoy prevalece el dolor. No todas las navidades son felices.